http://www.alquiblaweb.com/2015/05/20/que-se-busca-al-leer/
Se ha escrito bastante sobre la relación entre el psiquismo del autor, las pulsiones y el acto creativo. Sin embargo, es mucho menor la bibliografía dedicada a mirar el proceso en sentido inverso, es decir, a elaborar tanto la motivación y lo que le sucede al lector durante la lectura, como las razones del sujeto en este proceso, pues también hay deseo involucrado en el acto de leer.
En primer lugar, mediante la lectura se obtiene información y esta información ha de ser comprendida y asimilada por el lector para su posterior aprendizaje. De esta manera, la persona crece intelectualmente. Una parte muy importante del conocimiento la obtenemos de los documentos escritos: estén en formato de papel o en un soporte electrónico. La lectura, por tanto, se convierte en el mejor recurso para desenvolvernos en esta sociedad del conocimiento, nos libra de la ignorancia y del desconocimiento.
En segundo lugar, en el acto de leer, buscamos recrearnos en la propia lectura, es decir, dejarnos llevar por la imaginación. Este hecho produce placer en el lector y desarrolla el potencial de la persona.
Si partimos de la base de que la literatura es ficción, por extensión, la lectura también es ficción. Cuando se lee se está interiorizando una ficción y la escucha de ficciones se adentra en la propia constitución del ser humano. El hombre se elabora a través del desarrollo de varias capacidades, entre ellas la de verbalizar y escuchar historias ficticias. Se puede decir que la literatura se inventó por el sentido de existir. El hombre escucha historias y al hacerlo se cuenta a sí mismo. Observar la vida de otros, sentir y dar razones y explicaciones sobre vidas ajenas es también una manera de comprender la vida propia.
La ficción es una evasión y como tal nace de un deseo de desarrollar la imaginación y transportar al lector a otra realidad. Por tanto, la ficción aleja al lector de su mundo y lo lleva a otro. Se trata de una proyección que realiza el lector durante la lectura en cuanto a sus anhelos y esperanzas, sus miedos, sus pasiones y todo aquello que lo constituye como ser humano. Es decir, en la ficción el sujeto multiplica su vida, pues le permite vivir otras vidas y otros mundos sin salir de él mismo.
En este sentido, ese carácter de evasión mediante la ficción nos produce un goce, de ahí que la búsqueda de placer es la principal motivación psicológica que lleva a producir o recibir representaciones ficticias (Alonso, 2005).
El lector, frecuentemente, recurre a una elaboración fantaseada de su propia situación, por tanto, al soñar se inventa a sí mismo y a veces es el único modo de hacer que el deseo asome a su vida.
Además, al leer novelas no sólo se corrige o suplanta una realidad, sino que se vive una pluralidad de vidas y se ensancha la propia. Desde la melancolía de lo que pudo ser y no fue, nos enfrentamos a la muerte, al peligro, a las pérdidas, a la rutina. El lector de ficciones se representa a sí mismo como otro en ese mundo ficticio.
Por último, se lee para participar activamente en la sociedad. La lectura se convierte, de esta manera, en un elemento integrador. La lectura es una actividad que hace libres a las personas y que permite avanzar hacia la emancipación y los derechos. Las exigencias de la actual sociedad del conocimiento hacen necesario el fomento de la lectura. El conocimiento nos permite desenvolvernos en esta sociedad y convertirnos en personas autónomas.
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